Los trazos de la inspiración

 

¡Ay, inspiración! ¿Existen las musas? ¿o son más efectivas las musarañas? Seguirle el trazado a una campaña desde su germen hasta verla por ahí recorrer su propio camino, es un mapa difícil de desentrañar. Reconstruir la anatomía de una idea a veces es tan interesante como la misma idea.

No hay fórmula ni metodología infalible, quizá un método personal que no sepas contar (o no te atrevas a desvelar…). La inspiración en ocasiones llega de una pintada en la calle, de un monumento que está ahí día a día, una exposición que hace años nos marcó, una escultura a la entrada de un museo o el recuerdo de una noche de fiesta.

Bruce Chatwin en su libro Los trazos de la canción cuenta como la tradición oral transmitida con cantos permite a los aborígenes australianos transitar por el inhóspito desierto y sobrevivir. Aprenden, con estrofas repetidas durante siglos, a encontrar agua, comida y seguir imperceptibles señales.

Todos estamos impregnados de sabiduría atávica (cuya etimología significa “cuarta abuela”). Conocimientos que se nos adhieren en el día a día, unos vienen de siglos atrás, otros, huelen a pan caliente. Cuando buscamos una idea, para una campaña, un logo, copy, o naming, todos esos elementos entran en juego. A eso añadimos investigación, experiencia, la personalidad de cada una y un ‘no sé qué’ que lo hace nuestro.

Afrontamos cada proyecto con curiosidad y afán por aprehenderlo todo. Luego viene la investigación, los borradores y algún borrón. El escritorio se llena de búsquedas y hallazgos. Así se van cociendo las ideas, hasta que el proyecto toma forma y se convierte en algo real. Es algo precioso y frágil, que hay que alimentar, dejar crecer y, en el momento oportuno, dejar ir. 

Y dicho queda que no hay método, pero… ¿cómo explicar cómo lo hacemos? Pues con:

| 6 kg. de embembernos en el proyecto (resultado de multiplicar el peso de cuatro cerebros a toda máquina).

| 4 cdas. soperas de desaprender y reaprender.

| Una pizca de dejarnos llevar.

| 20 onzas de mezclar ideas y agitarlas en reuniones. 

| 400  grs. de buscar nuevos caminos para llegar a ‘casa’ .

| Un puñado generoso de jugar con las palabras. 

Y a partes iguales:  literatura y arte | traducir información en sensación | abrir las puertas a la emoción.

 Y si a eso le pones horas de cocción, nos van saliendo nuestra manera de hacer, ¡que ya tiene ese toque nuestro!